¿Qué nombre me pondrías tu?

Susana

La semana pasó rápidamente, Susana no tiene otra cosa en su cabeza, está decidida a no esperar más, esta ocasión ella irá por él. Sus amigas y ella han quedado de acuerdo. Lucy se disculpa  por no poder acompañarlas. Susana siente un poco de culpa porque la última vez fue especialmente grosera con ella. De camino, en el taxi, le ha escrito un mensaje de texto, pero Lucy ni si quiera lo ha visto.  Luego le envía un mensaje de audio. Aún sin respuesta. Luego Intenta llamarle una vez, cuando ve que se acerca al club así que termina la llamada rápidamente. 

Las otras chicas la esperan a la entrada, ellas están listas para divertirse. Pero no pueden ignorar la ligera expresión de preocupación de Susana. Ya dentro, el interrogatorio comienza. Es Olga la primera en hablar.  ¿Y qué fue lo que le hiciste esta vez? Es decir a Lucy, seguro la dejaste sola toda la noche ¿no? La verdad no sé como te aguanta; parece tu hermanita menor, siempre detrás de ti. «Si no va Susana yo no quiero ir» dice ella siempre… ¡Ja! si supera que tu preguntas si ella va para no ir…

¡Déjame en paz! Yo no le hice nada. Responde Susana. 

Ana no es tan sutil, y sin más rodeos suelta la bomba: Le gustas estúpida… Un frío pero breve silencio se hace entre las tres. Rápidamente Olga rescata la situación riendo a carcajadas. Susana la sigue con una risa forzada. Sin embargo Ana no retira lo dicho y clavando su mirada en ella añade ¿Qué, apoco no te dabas cuenta? 

Más nerviosa que molesta Susana se excusa: Yo no sé y no me interesa saberlo: Además no vine aquí a hablar de ella vine a reventarme y mañana no pienso ir a trabajar, así que si me disculpan…

Con esa elegante respuesta se despide para salir de la incómoda situación. ¿Le gusto a Lucy? se pregunta a si misma. ¿Lucy es gay? no puede ser… la conozco desde… ¿Hace cuanto que la conozco? no puedo recordarlo. Caminaba en entre sus dudas cuando un sujeto choca con ella haciéndola perder el equilibrio. Sus tacones la traicionan y se proyecta hacia el suelo, y aunque alcanza a usar la manos para detener el golpe, no logra evitar el piso. 

Avergonzada y molesta se zafa de las manos del chico que la toma por la cintura para ayudarla a la vez que se disculpa por empujarla. ¡No me toques idiota! exclama Susana mientras se incorpora y se arregla la entallada falda. Luego, dispuesta a soltar una bofetada al culpable de su vergüenza, se gira violentamente para atestar el golpe cuando…

¡Su rostro se congela repentinamente al darse cuenta que el chico que chocó con ella es él! Sí, el mismo que ha estado «cazando» las noches anteriores. 

¡Dios, es él! se dice a sí misma no encontrando manera de reaccionar. ¿Estás bien?¿Puedo invitarte algo? Es lo menos que puedo hacer… fue mi culpa. Se disculpa el chico con esa mirada encantadora que ya antes la había cautivado. 

Susana no recuerda si dijo que si o que no, pero cuando pudo entrar en cordura ya estaba sentada frente a él con una bebida en la mano. Sonriendo y casi sin disimular su interés, comenzó a sacar sus mejores «armas»; cruzar un poco la pierna, luego cambiar la de arriba por la de abajo, lento, que él lo pueda observar.  Bebe de una pajilla con singular suavidad mientras lo ve a los ojos, y deja que la más coqueta de sus miradas lo atrapen. Intencionalmente deja correr un poco de líquido de su bebida por si labio inferior para que baje por la barbilla y su cuello hasta el escote y luego lo limpia fingido que fue un accidente para asegurarse que su mirada se clavará en su busto.

¿Y cómo te llamas? pregunta Susana.  El chico sonríe y le contesta ¿Qué nombre me podrías tu? Susana se interesa en el juego y comienza a adivinar: Mario, Alex, Marco… ¡No sé, ya dime! Ambos ríen y dejan que el tiempo se escape sin preocupación.

…continua…

Publicado por applegreenapril

Amante de la literatura de ciencia ficción y fantasía, escritora reprimida :P y ilustradora amateur...

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