¿Ahora me dirás tu nombre?

en el taxi

La mano de Susana jugaba con el pecho del chico, hurgando entre su camisa, a la vez que sus labios buscaban una compensación por haberla dejado así, tan repentinamente “a medias”. 

El aroma dulce del perfume del chico se mezcla con el desagradable olor de tabaco quemado proveniente del cigarrillo que fuma el chofer del taxi, aunque abrió la ventana para lanzar el humo hacia el exterior, una parte se queda dentro. Pero a Susana no le incomoda eso. 

Por otro lado, siente una mezcla de alegría y molestia, una por haberse reencontrado con él y la otra por la brusca despedida. Y sin embargo eso tampoco es lo que le molesta. 

Lo que le molesta, es el hecho de que el chofer del taxi constantemente ajusta su retrovisor como buscando ver “algo más” y sin el menor pudor lanza indiscretas miradas como si buscara un espectáculo. 

¿Se le perdió algo? Protesta a la vez que estira su corta falda con molestia. “No, como cree, cada quién lo suyo…” respondió el tipo. 

¿Ahora sí me dirás tu nombre? Preguntó Susana a media voz, buscando reiniciar la conversación. Pero él no le contesta directamente. Sólo da indicaciones al chofer para dar vuelta o seguir de frente. Por lo tanto Susana aplica una medida de presión; se le despega y cruza los brazos y piernas. Espera unos segundos y luego, mirando por la ventana, pregunta con un volumen más áspero: ¿Te parezco una buena acompañante?

¿Que significa eso? Contestó él. Susana hizo silencio un par más de segundos y luego le reprochó: Debes pensar que el servicio es más económico si no me dices tu nombre ¿No?. Luego un incómodo silencio. De nuevo el chofer se asoma, Susana lo castiga con una mirada encolerizada, el tipo regresa la vista al frente de inmediato. 

¿Una escrot? Tu piensas que te estoy tratando como una escort ¿No es así? – Contestó el chico. Pero Susana no afirmó ni negó nada. 

En la esquina a la derecha por favor. Indicó el chico al chofer. Susana se irritó aún más a falta de interés en la conversación. ¿Es todo lo que vas a decir? Preguntó ella con un tono más alto de manera que el chofer confundido respondió pensando que le reclamaba a él. 

¡No le estoy hablando a usted! Gruñó Susana y con un tirón subió sobre su hombro la cadena de su pequeño bolso. Miró por la ventana y reconoció el lugar; así que aplicó la medida de presión más alta que se le ocurrió. Conozco esta parte de la ciudad, mi departamento está cerca, aquí me puedes dejar… otra vez. vociferó molesta. 

El chico tomó su mano y a, toque suave y cálido susana sintió la necesidad involuntaria de verlo a la cara. Grave error para ella; puede sentir como sus armas se caen a pedazos cuando se clava en esa dulce mirada que desde la primera vez la sometió completamente. No quiere mostrar debilidad pero ahora no sabe qué decir. 

Puedes ir a donde quieras, pero no te dejaré sola… – Dijo él. Palabras que terminaron de modificar la actitud de Susana, al grado de regresar incondicionalmente a él, hasta recostarse en su pecho. 

Ambos dejaron pasar el tiempo sin más argumentos. Hasta que el taxi se detuvo. El choco pagó con efectivo y ambos bajaron. Al sentir el suelo bajo sus tacones, Susana percibió una fuerte familiaridad con el lugar. Lentamente levantó su mirada y comprobó confundida que estaba en la entrada del edificio donde tiene su departamento. 

“¡No puede ser! ¿Vive en el mismo edificio que yo y nunca lo ví?” Pensó sorprendida. 

Ven con migo… – Dijo el chico tomándola del brazo. Usaron el ascensor, y llegaron al séptimo piso. Una doble sensación de confusión se apodero de Susana: “¿Vivie en el mismo piso que yo?” Pensó.

Caminaron hasta el final del pasillo justo donde deben dar vuelta y tornaron a la derecha. Susana daba pasos cada vez más cortos. La confusión se transformaba lentamente en miedo. 

701, 702, 703… Susana contaba en su mente uno a uno los departamentos que formaban parte de su “vecindario” a la vez que rezaba en su interior, “Que no se detenga en el 708… es imposible que lo sepa. Jamás lo mencioné…”

Pero su miedo  materializó lo que temía. Una sensación como de un líquido helado bajó por su espalda, su mano se soltó de la mano de él, y retrocedió dos pasos justo cuando ambos se detuvieron en el departamento con número 708. El departamento de Susana….

Continúa…

Publicado por applegreenapril

Amante de la literatura de ciencia ficción y fantasía, escritora reprimida :P y ilustradora amateur...

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